El fútbol valenciano ha vivido estos días una catástrofe de una magnitud difícil de recordar. La muerte del jugador juvenil del CDEB Ontinyent Óscar Martínez en Villanueva de Castellón durante el partido que enfrentaba a los dos conjuntos ha sacudido con fuerza a los aficionados al deporte rey, recordando de nuevo viejos episodios muy famosos en los que perdieron la vida ya insignes futbolistas como Jarque o Puerta. El joven de Aielo de Malferit falleció tras sufrir un paro cardíaco, siendo insuficientes los primeros auxilios aplicados por el cuerpo técnico y los padres de los jugadores del Ontinyent y poco después (la ambulancia tardó sólo siete minutos) el trabajo realizado por las emergencias sanitarias.
Más allá de la desgracia, el poso que queda tras el hecho es la seguridad médica en el deporte. Evidentemente es complicado controlar las dolencias que pueden padecer todos los jugadores valencianos que disputan, semana a semana, más de mil partidos en el territorio autonómico. No hay culpables en el fallecimiento de Óscar Martínez. Sin embargo, quizá se debería dar un paso y asegurar, por ejemplo, la difusión de desfibriladores en todos los terrenos de juego españoles. La legislación vigente no comprende la obligatoriedad de disponer de este aparato médico en las instalaciones y la mayoría de clubes no cuentan con los utensilios necesarios para responder con efectividad en un momento de urgencia. La federación debería llegar a algún tipo de acuerdo económico con quién sabe que empresa especializada en desfibriladores y a cambio de comprarle cientos de miles (o canalizar la compra de los clubes) conseguir un precio asequible para todas las entidades deportivas.
Afortunadamente, la mayoría de ellos quedarán sin uso y nunca se precisará de su aplicación pero con una vida que se salve habrá valido la pena el establecimiento en todas las instalaciones. Es un esfuerzo necesario
que debe aplicarse con premura, así como mejorar (cualquier prevención es poca) los análisis médicos que realizan la federación y los clubes.
Publicado por Carles Senso - Periódico Levante-EMV