Este verano, en una conversación con el seleccionador nacional, Vicente del Bosque, me confesó que al combinado español le gustaba llamar (o consideraba que debía llamar) a aquellos jugadores que iban a vestir la camiseta con continuidad, más allá de momentos de juegos espectaculares que después se diluyen. Es por ello que ya ha llamado a jugadores como Íñigo Martínez, Nacho, Koke o Isco y por lo que no ha llamado a otros como Michu. Los que vengan de la llamada Rojita siempre tendrán preferencia a aquellos que no han vestido nunca la camiseta de la selección. Un precedente debe imponerse a esta iniciativa. Ya ha habido varios. Jugadores que no estuvieron en las categorías inferiores de España y después destacaron o destacan en la absoluta. Pero el caso es que me refiero a Diego Costa. Acaba de marca un buen gol con el Atlético de Madrid contra el Osasuna. Ya lleva seis en liga y podría convertirse en el mejor goleador del país. Y es que el hispano-brasileño todavía tiene que elegir con quien juega el Mundial del año que viene, porque el Mundial lo va a jugar. Si no espabila Del Bosque, Brasil lo llamará como hizo en un partido amistoso que no es vinculante para la decisión final. Aportaría garra y fuerza, daría metros al juego de España y ofrecería salidas en largo, algo de lo que el combinado rojo carece con delanteros como Negredo, Soldado o Llorente. Ni que hablar de Torres, no creo que haga méritos para ir a Brasil 2014. Alguien se puede arrepentir mucho si Diego Costa viste de amarillo.
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